Cuanto más se adapta la ciudad a
los niños mejor viven sus habitantes.
El niño, cuando expresa, sus
exigencias, transmite perfectamente las de todos los ciudadanos a partir de los
más débiles, como pueden ser los que sufren algún tipo de discapacidad y los
ancianos. Por este motivo, deberíamos convertirlo en el paradigma para una
nueva filosofía del gobierno a la ciudad.
Cuando los niños puedan ir solos
a la escuela y salir a la calle a jugar con los amigos en los espacios
públicos, también entonces los abuelos, las personas con discapacidad y los
ciudadanos en general podrán vivir de nuevo la experiencia del paseo y el
encuentro. Solo cuando los niños puedan salir de casa, encontrarse con otros
niños y vivir con ellos las experiencias del juego sin un control directo de
los adultos podrán implicarse completamente en ese juego que los conducirá a
grandes conquistas.
Estas condiciones son las únicas
que pueden ayudarnos a vencer la difícil batalla contra la “televisión canguro”
que predispone a los niños a la pereza y la obesidad y los corrompe
transformándolos precozmente en consumidores.
Fuente: Francesco Tonucci. La
ciudad de los niños
Foto: Milton Marcelo Puente.
Urbanismo Infantil: La Victoria 2012.
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